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viernes, 26 de mayo de 2017

CUMBIA



A Enrique Delgado Montes




El maestro da pie. Emerge el ritmo.
Noche sudor y contrastes, la primera fluye
cual alarido.
Limpia, punzante, animosa.
Wah wah psicodélico.
El bajo intenta el desafío.
Probando probando el cantante
altera la espera.
Ha llegado el momento,
angustia y silencio terminan.
Tumtum tumbadoras, truenan profundas
sobre el escenario ansiedad.
Cadencias tono alegría,
serpientes algarabía
encandilan pies hombros cintura.



Goce de timbales, cincel de silencios,
entre aro cáscara y cencerros,
patio de los requiebros, manos timbalero,
parche y platillo.
La segunda se disfraza oportuna.

El mito entra en trance,
no como los rockeros que cierran los ojos.
Este guitarrero mira el convite,
trastes agudos vibración y cuerdas,
vigila lance aprieto descontrol
y goza los goces del gentío
Rímac cumbre de gracia, Rímac jolgorio,
genio cumbia, arco iris armonía.


DE: versos conversos Derechos Reservados Copyright © 2017 de Rogger Alzamora Quijano

viernes, 12 de mayo de 2017

EL REGALO




Para mi abuela Josefa



Abuela se sentaba en el umbral.
Pasaban los estudiantes.
Abuela no exijas que te saluden.
No les pongas orejas de burro
ni compares con los perros que sí mueven la cola.
Abuela levantaba una ceja
y continuaba lijando y buscando perfección.
Ella no tenía dinero pero tenía un plan.
Un camión de madera con ruedas perfectas,
con faros y canastilla
para que el mismo camión fuese distinto.
Cada año un detalle nuevo. Una línea azul, un aditamento.
Un aro negro por otro gris.
 
Dos meses antes del próximo cumpleaños
reclamaba el camión de madera.
 
Abuela trabajaba a escondidas un nuevo diseño para el mismo camión.
Vaya a estudiar niño, decía.
Es mi regalo, quiero jugar todo el día.
Abuela levantaba una ceja.
 
Encerrada en su cuarto o sentada en el umbral,
bajo su pañolón azul lijaba y lijaba buscando perfección.
No tenía dinero pero tenía un plan.
Y cuando llegaba el día me servía el desayuno.
Antes del regalo canta en quechua niño.
Yo cantaba.
Baila niño. Yo bailaba su ininteligible tarareo.
Y después de un largo abrazo recibía el nuevo y sempiterno
camión de madera.
Ve a jugar niño,
tienes una hora para jugar.


DE: versos conversos Derechos Reservados Copyright © 2017 de Rogger Alzamora Quijano