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miércoles, 15 de agosto de 2012

¡LEVÁNTESE CABALLERO...!



¿Cómo es posible que, hoy en día, un hombre inteligente no tenga prisa? «¡Levántese, caballero, pues tiene grandes cosas que hacer!» Pero cada vez hay que levantarse más temprano. Aceleren sus máquinas de ver, de oír, de pensar, de recordar, de imaginar. Nuestro mejor lector, el más caro a nuestros ojos, habrá terminado con nosotros en dos o tres horas. Conozco algunos hombres que leen, con el máximo de provecho, cien páginas de matemáticas, de filosofía, de Historia o de arqueología en veinte minutos. Los actores aprenden a «situar» su voz. ¿Quién nos enseñará a «situar» nuestra atención? Hay una altura a partir de la cual todo cambia de velocidad. No soy, en esta obra, uno de esos escritores que pretenden, meciéndole, conservar a su lado al lector el mayor tiempo posible. Nada para el sueño, todo para la vigilia. Vamos, pronto, ¡tomen y márchense! Fuera les esperan otras preocupaciones. En caso necesario, sáltense capítulos, empiecen por donde les plazca, lean en diagonal: éste es un instrumento para múltiples usos, como los cuchillos de los excursionistas. Por ejemplo, si temen llegar demasiado tarde al meollo del asunto que les interesa, salten estas primeras páginas.



Fragmento de la Primera Parte de: 'Le Matin des Magiciens' (Louis Pauwels y Jaques Bergier),1960.