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jueves, 7 de octubre de 2010

NO SOY AMIGO DE VARGAS LLOSA



Escribe: Rogger Alzamora Quijano



No estoy en su lista de contactos. Mi nombre, estoy seguro, no le suena conocido. No soy amigo de Mario Vargas Llosa.

He leído todos sus libros, admiro su capacidad para contar historias. Por lo general comulgo con su concepto de libertad. Me encanta su estilo literario. Me puse la vincha en el mitin contra la estatización de la banca. Pero no soy su amigo.

Conversación en la Catedral me llevó de la oscuridad a la literatura. Había leído ya a Flaubert, Victor Hugo y Cervantes, pero Vargas Llosa me pareció un poco de todos ellos en un plato. La Guerra del Fin del Mundo me asombró tanto que todavía estoy colocando las piezas de la historia y la dimensión de la estupidez humana.

Lituma en los Andes, Pantaleón y las Visitadoras, La Casa Verde, La fiesta del chivo y sus demás libros me animaron a buscar mi propio rumbo. Le debo mucho y me debe algunos cientos de soles invertidos en comprar sus libros (de segunda mano). Pero no soy su amigo.

Hoy, todavía de madrugada, escuché en la radio la noticia del galardón más mediático de las letras universales, concedido a Mario Vargas Llosa. Me sentí eufórico. Mi memoria inmediata de Borges y Rulfo me dejan un sabor a injusticia, pero ese es otro tema.

Desde aquella conferencia dictada en el Auditorio del Banco Continental, allá por los ochentas, me distancié de su sonrisa plástica al firmarme un autógrafo, y de su talante aburguesado. Quise contarle que mis alumnos le pusieron su nombre a la promoción y no el de Einstein, pero no tuve tiempo. Garabateó el libro que compré y que me dejó a puro té con pan durante un mes y se dirigió a conversar con un grupo de pitucas que gritaban más allá. Debe ser porque no soy su amigo.

No me conoce, no me tiene entre sus contactos, no le suena mi nombre. No soy su amigo. Hoy siento orgullo de él. No porque sea peruano, sino por sus aportes a la literatura contemporánea y a la noción de libertad. No por su fallida carrera política, sino por su oficio escritor. Y otra vez, no porque es peruano, pero también porque lo es.

Escucho unos cuantos saludos del cartel de intelectuales. Los más, cuentan anécdotas, envían abrazos a Pattycita, Alvarito, Morganita, y Gonzalito. Y cuando venga a Lima lo recibirán con pisco sour. Y un aluvión de llamadas de la primera fila se suben al coche. En la tele, alguien lo abraza por la fuerza. Acá y allá se multiplican los lameculos.

Mario Vargas Llosa Premio Nobel de Literatura 2010, es asediado y deberá vivir en el tumulto por lo que le queda de vida. Como dijo él mismo, respecto de Luis Alberto Sánchez, una cosa es el respetable literato y otra el (desechable) político.